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miércoles, 29 de junio de 2011

No llores Sofía, volveré pronto (1)

Era una calurosa mañana de abril, los primeros rayos de un brillante sol ardiente penetraban tímidamente en la habitación de la pequeña Sofía, que aún conservaba una ligera penumbra tras tan larga y fría noche. Poco a poco, aquella oscura habitación fue inundándose de un amplio abanico de suaves luces y sombras, que vislumbraban parte del habitáculo de la joven.

Sofía, abrió sus ojos nuevamente a la dura realidad del mundo, muy diferente a ese reino de fantasía con el que todos soñamos durante la infancia, lleno de fieles y adorables príncipes, dulces y divinas princesitas y todo tipo de amables criaturas que reinan los cuentos infantiles, rebosantes de amor, felicidad e inocencia.
Intentaba mantenerse despierta, pero sus profundos ojos marinos se resistían a abrirse nuevamente a la realidad de su corta pero intensa vida, al día a día.

Pasaron más de dos horas hasta que la pequeña Sofía se desterró de su maravilloso mundo de ensueño y se decidió a levantarse y plantar cara al duro destino que le esperaba.

A pesar de su corta edad, la pequeña ya conocía bien lo que significaba hacer cualquier cosa para salir adelante, pasar hambre, dolor, sufrimiento... pero a pesar de todas las penurias y desdichas con las que día a día tenía que convivir, nunca alejaba aquella dulce sonrisa de sus labios ni la ilusión de su risueña mirada angelical, gracias a las cuales lograba salir adelante y sacarle partido a la vida, a la vez que conseguía transmitir fortaleza y felicidad por cada poro de su piel, iluminando con su cálida luz la vida de sus allegados.

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